Pero le vengo dando vueltas a esa declaración, y si me pongo a analizar la realidad, yo estoy de acuerdo con él. El sistema tiene muy buenas intenciones, por ejemplo la universalidad de la educación, pero tiene también sus trampas. La obligatoriedad ha hecho que un alumno tenga que estar en el sistema normal aunque no quiera. Si en un curso no supera más de dos asignaturas debe repetir. No importa. Él sabe que repitiendo el mismo curso, al siguiente año, aunque no haga absolutamente nada, va a pasar al curso siguiente. Las asignaturas pendientes se le acumulan, de tal modo que es humanamente imposible recuperarlas. La salida es que repita una segunda vez. Y ¿luego? pues, o sigue algún programa de diversificación o, cuando tenga 16 años, obtiene un certificado de escolaridad; lo que significa no obtener el Graduado y no poder optar por trabajos que lo exigen.
Y ¿qué pasa con aquellos que quieren pero no pueden? ¿Por qué no se les da una educación adaptada separándolos de aquéllos que no quieren estudiar? Porque no hay recursos. Eso sí, hay leyes y leyes a porrón, que si adaptaciones imposibles, que si programas que rebajan los contenidos hasta límites insospechados, pero ¿más recursos humanos?, de eso nada.
Los alumnos que no quieren estar en el sistema, si quieren aprender un oficio deben esperar al menos hasta los 16 años para poder acceder a un módulo profesional. El problema de los módulos es que, si bien dan una salida educativa, no son rentables. Un módulo de peluquería con veinte alumnos produce al cabo de cinco años 100 peluqueros. Muchos peluqueros. Pero se ha invertido mucho dinero en montar las instalaciones, los equipos y los profesionales y debe seguir produciendo peluqueros.
Otra solución podría ser mantener los centros de Secundaria para aquellos que "quieren" estudiar, tanto para los buenos como para los menos buenos. Y habilitar otras fórmulas para aquellos que llegada una edad, digamos catorce años, no quieren estudiar y quieren aprender un oficio. El dinero que se gasta en programas inútiles se ofrecería a empresas que se comprometiesen a enseñar un oficio; empresas a las que se les exigiría, para cobrar la subvención, una responsabilidad, evaluable en el aprendizaje del alumno o alumna. El alumno podría recibir al mismo tiempo en la propia escuela clases en destrezas básicas de matemáticas, lenguaje, idiomas y cultura general. Quizás con el estímulo de lograr el aprendizaje del oficio, el alumno reconsiderase su motivación a la hora de aprender números, letras, y fechas.
Otra solución podría ser mantener los centros de Secundaria para aquellos que "quieren" estudiar, tanto para los buenos como para los menos buenos. Y habilitar otras fórmulas para aquellos que llegada una edad, digamos catorce años, no quieren estudiar y quieren aprender un oficio. El dinero que se gasta en programas inútiles se ofrecería a empresas que se comprometiesen a enseñar un oficio; empresas a las que se les exigiría, para cobrar la subvención, una responsabilidad, evaluable en el aprendizaje del alumno o alumna. El alumno podría recibir al mismo tiempo en la propia escuela clases en destrezas básicas de matemáticas, lenguaje, idiomas y cultura general. Quizás con el estímulo de lograr el aprendizaje del oficio, el alumno reconsiderase su motivación a la hora de aprender números, letras, y fechas.
Mientras tanto, algunos alumnos vegetan en nuestras clases hasta los 16 o 18 años para, al final, sin Graduado, salir a engrosar la multitud de personas sin cualificación alguna, que van a ser pasto del paro o de la asistencia social.
Siempre es bueno oir la opinion de alguien sobre este tema que sabe realmente de que habla, o sea, que esta en la escuela y ve y vive a diario la perdida de tiempo, de ganas, de oportunidades: el fracaso del sistema educativo. Me pregunto como puede ser minimamente aceptable que un chaval sepa que va a aprobar un curso sin haber hecho absolutamente nada durante todo el ano. Quien inventa estas leyes? Por que no escuchan a los profesores? Por que nadie les pregunta a ellos?
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