Ahora sí.
En las últimas elecciones municipales mi hijo fue designado presidente suplente en una mesa electoral. En su joven ánimo se reflejaba su orgullo y satisfacción por el reconocimiento oficial como ciudadano y su entusiasmo por servir. No pudo ser, pero ahí estuvo él preparado y listo para la acción. Hoy mi esposa ha recibido la comunicación para ser Presidente de mesa electoral en las próximas elecciones generales. Para cualquiera esto no tiene la mínima importancia. Para ella toda. Estadounidense de nacimiento ahora es una española comprometida, mucho más que otras cuyo título responde sólo a un capricho de la geografía. Le costó lo suyo conseguir la nacionalidad, años y años de la tan famosa pero cierta burocracia española. Hoy, por fin, ha sido nombrada Presidenta de una mesa electoral. No hay mejor recompensa de su ciudadanía que dirigir las votaciones en unas elecciones generales.
Conociéndola sólo tengo una única reserva: es capaz de sublevarse y poner orden en la tradicional anarquía hispana.
De una cosa estoy seguro: su presidencia será recordada como ejemplar por generaciones venideras. También lucirá en algún cuadro de la librería del salón al lado de los acontecimientos importantes de la familia.
Enhorabuena. Mejor, ¡Suerte y al toro!
Este me ha gustado mucho :)
ResponderEliminar